16 de enero de 2012
5 de enero de 2012
EL ENTIERRO DE RAMIRO HERRERO BEATON
Los actores se vistieron con ropa de teatro y a pie fueron
hasta el cementerio cantando y recitando frases o bocadillos. Al llegar a la
Calzada de Crombet el chofer del carro se negó a pasar porque estaban
construyendo algo, los actores sacaron el féretro y lo llevaron en hombros
hasta la puerta de su casa y allí pregonaron a los cuatro vientos quien era.
Pini despidió el duelo, y mientras bajaban el cadáver en la bóveda familiar y
ponían la lápida, todos lo aplaudimos durante más de 8 minutos como homenaje
póstumo al gran dramaturgo que era, y como muestra de respeto y agradecimiento.
Amado Cabezas Sanz
Amado Cabezas Sanz
RAMIRO, LA MUERTE Y LA VERDAD
Pascual Díaz Fernández
Miércoles, 04 de Enero de 2012 20:16
Decía José Martí que la muerte no es verdad cuando se ha
cumplido bien la obra de la vida. Pero la muerte existe y es verdad. El 3 de
enero de 2012, en horas de la tarde, falleció el teatrista santiaguero Ramiro
Herrero Beatón. Nacido en febrero de 1936, sintió desde muy joven la vocación
de ser útil, que es una manera de hacer teatro. Estuvo en el grupo de Teatro
Universitario bajo la dirección de Francisco Morín.
Sin embargo, su acción como tal fue creciendo en toda su magnitud a partir del triunfo revolucionario de 1959. Actor y director artístico y general del Conjunto Dramático de Oriente, recordado por sus actuaciones en importantes piezas como Magia roja, El algodón ciega a los pájaros y El amante.
Fue uno de los protagonistas de esa hermosa y decisiva experiencia para el teatro santiaguero y cubano consistente en la revitalizacion de las relaciones, esa manera singular de teatro popular vinculada al carnaval. Como director de escena cuenta a su favor con De como Santiago Apóstol puso los pies en la tierra, obra emblemática de la mezcla entre historia, tradición y transculturación; Cefi y la muerte, visión de los cultos sincréticos cubanos; Asamblea de las mujeres, tan irreverente y escandalosa como su homónima griega. Gepeto, premiada en el Fetival de Camagüey y, en el inicio del tercer milenio, Dos viejos pánicos, un clásico del teatro cubano con la perspectiva del teatro popular. Tuvo en su nómina más de 120 puestas en escena, así como otras para la televisión y el cine.
Pero Ramiro Herrero fue, además, un infatigable profesor. Gracias a su acción pedagógica se formaron la mayoría de los artistas escénicos de la ciudad. Impartió talleres, cursos y clases en lugares como el Centro de Superación para el Arte y la Cultura, la Escuela de Instructores de Arte, la Academia de Nivel Medio de Teatro, la Universidad de Oriente y en la recién creada sede del Instituto Superior de Arte en Santiago, entre otros. De igual forma lo hizo en España, Argentina, Uruguay y Venezuela.
Son menos conocidas sus facetas de escritor e investigador. Al morir deja inéditas obras teatrales, cuentos, relatos, novelas, testimonios y un libro sobre la historia del teatro en Santiago, del que hablaba con mucho entusiasmo, por estar dedicado a la ciudad que amó entrañablemente.
Su obra no puede ser desprendida de la generación, el grupo o la circunstancia histórica en la que le tocó vivir. Por eso y también por su condición de hombre de teatro, pertenece con justicia al colectivo en el que se encuentran figuras como Joel James, Rogelio Meneses, Jesús Cos Causse, Oscar Vázquez, entre otros. Se interesó por la cultura popular y la defendió incansablemente. Participó en la creación de las Noches Culturales de la Calle Heredia, los Festivales de la Cultura Caribeña, La Fiestas de las Relaciones y otras acciones similares.
Aunque resulte pomposo decirlo, puede considerarse uno de los padres fundadores del teatro santiaguero después del triunfo de la Revolución. Se destacó por su entusiasmo por la cultura. Su visión fue siempre la de un revolucionario radical. No hacía concesiones a las trabas burocráticas, ni a la demagogia, ni a las falsas argumentaciones para ocultar deficiencias y errores. Combatía los problemas con una sonrisa. No se dejaba amilanar ante las dificultades. Fue incomprendido muchas veces por los funcionarios, en ocasiones por los dirigentes y, a veces, hasta por sus propios compañeros en el arte. Pero jamás perdió la fe y la confianza en el futuro.
Forjó un ideario estético personal, para algunos, inquietante, para otros, excesivamente permisivo. Para él todas las personas podían hacer teatro. No limitaba la libertad creativa de quienes trabajaban con él. Sentía placer en el desbordamiento, la desmesura, el sarcasmo y lo visceral. Su poética estaba en franca comunión con teatros tan diferentes como el de Brecht y Aristóteles, el de la crueldad y el absurdo, la farsa y la tragedia. Podría ser una entelequia pero gustaba de enfrentar lo diverso y lo desconocido. Por eso su teatro resultaba tan distinto y lleno de aristas, un tanto agresivo o contestatario. Solía tener criterios positivos hacia todos los espectáculos que veía porque miraba más al esfuerzo, la tenacidad y los deseos de crear que a los resultados exitosos. Para su manera de concebir la escena, todo hecho artístico era perfectible, estaba en constante transformación.
Todo su ideario es hijo de su entusiasmo, su generosidad y su humanismo. Tuvo tropiezos y cometió errores. Pero ayudó a todo el que pudo y propició el desarrollo de todo aquel que se le acercó. No tuvo miedo a decir la verdad por incómoda que fuera, ni temor a parecer ingenuo por lo que planteaba.
Su mayor lección para los teatristas de hoy es la de no detenerse jamás, no perder el entusiasmo nunca; mirar la vida de manera desprejuiciada y positiva. La muerte ha dicho su verdad, pero según Cos Causse, el recuerdo lo inventó un poeta cuando supo que la muerte existía. En la mañana del 4 de enero, a la salida de la funeraria, sus compañeros teatristas representaron la primera escena de una de sus obras más conocidas Asamblea de las mujeres. Su primer verso dice La fiesta ha comenzado... Ramiro Herrero representa el espíritu festivo del teatro. Su obra, generosa y útil, radical y fiel, no será olvidada.
Leer más: IRÉ A SANTIAGO
Sin embargo, su acción como tal fue creciendo en toda su magnitud a partir del triunfo revolucionario de 1959. Actor y director artístico y general del Conjunto Dramático de Oriente, recordado por sus actuaciones en importantes piezas como Magia roja, El algodón ciega a los pájaros y El amante.
Fue uno de los protagonistas de esa hermosa y decisiva experiencia para el teatro santiaguero y cubano consistente en la revitalizacion de las relaciones, esa manera singular de teatro popular vinculada al carnaval. Como director de escena cuenta a su favor con De como Santiago Apóstol puso los pies en la tierra, obra emblemática de la mezcla entre historia, tradición y transculturación; Cefi y la muerte, visión de los cultos sincréticos cubanos; Asamblea de las mujeres, tan irreverente y escandalosa como su homónima griega. Gepeto, premiada en el Fetival de Camagüey y, en el inicio del tercer milenio, Dos viejos pánicos, un clásico del teatro cubano con la perspectiva del teatro popular. Tuvo en su nómina más de 120 puestas en escena, así como otras para la televisión y el cine.
Pero Ramiro Herrero fue, además, un infatigable profesor. Gracias a su acción pedagógica se formaron la mayoría de los artistas escénicos de la ciudad. Impartió talleres, cursos y clases en lugares como el Centro de Superación para el Arte y la Cultura, la Escuela de Instructores de Arte, la Academia de Nivel Medio de Teatro, la Universidad de Oriente y en la recién creada sede del Instituto Superior de Arte en Santiago, entre otros. De igual forma lo hizo en España, Argentina, Uruguay y Venezuela.
Son menos conocidas sus facetas de escritor e investigador. Al morir deja inéditas obras teatrales, cuentos, relatos, novelas, testimonios y un libro sobre la historia del teatro en Santiago, del que hablaba con mucho entusiasmo, por estar dedicado a la ciudad que amó entrañablemente.
Su obra no puede ser desprendida de la generación, el grupo o la circunstancia histórica en la que le tocó vivir. Por eso y también por su condición de hombre de teatro, pertenece con justicia al colectivo en el que se encuentran figuras como Joel James, Rogelio Meneses, Jesús Cos Causse, Oscar Vázquez, entre otros. Se interesó por la cultura popular y la defendió incansablemente. Participó en la creación de las Noches Culturales de la Calle Heredia, los Festivales de la Cultura Caribeña, La Fiestas de las Relaciones y otras acciones similares.
Aunque resulte pomposo decirlo, puede considerarse uno de los padres fundadores del teatro santiaguero después del triunfo de la Revolución. Se destacó por su entusiasmo por la cultura. Su visión fue siempre la de un revolucionario radical. No hacía concesiones a las trabas burocráticas, ni a la demagogia, ni a las falsas argumentaciones para ocultar deficiencias y errores. Combatía los problemas con una sonrisa. No se dejaba amilanar ante las dificultades. Fue incomprendido muchas veces por los funcionarios, en ocasiones por los dirigentes y, a veces, hasta por sus propios compañeros en el arte. Pero jamás perdió la fe y la confianza en el futuro.
Forjó un ideario estético personal, para algunos, inquietante, para otros, excesivamente permisivo. Para él todas las personas podían hacer teatro. No limitaba la libertad creativa de quienes trabajaban con él. Sentía placer en el desbordamiento, la desmesura, el sarcasmo y lo visceral. Su poética estaba en franca comunión con teatros tan diferentes como el de Brecht y Aristóteles, el de la crueldad y el absurdo, la farsa y la tragedia. Podría ser una entelequia pero gustaba de enfrentar lo diverso y lo desconocido. Por eso su teatro resultaba tan distinto y lleno de aristas, un tanto agresivo o contestatario. Solía tener criterios positivos hacia todos los espectáculos que veía porque miraba más al esfuerzo, la tenacidad y los deseos de crear que a los resultados exitosos. Para su manera de concebir la escena, todo hecho artístico era perfectible, estaba en constante transformación.
Todo su ideario es hijo de su entusiasmo, su generosidad y su humanismo. Tuvo tropiezos y cometió errores. Pero ayudó a todo el que pudo y propició el desarrollo de todo aquel que se le acercó. No tuvo miedo a decir la verdad por incómoda que fuera, ni temor a parecer ingenuo por lo que planteaba.
Su mayor lección para los teatristas de hoy es la de no detenerse jamás, no perder el entusiasmo nunca; mirar la vida de manera desprejuiciada y positiva. La muerte ha dicho su verdad, pero según Cos Causse, el recuerdo lo inventó un poeta cuando supo que la muerte existía. En la mañana del 4 de enero, a la salida de la funeraria, sus compañeros teatristas representaron la primera escena de una de sus obras más conocidas Asamblea de las mujeres. Su primer verso dice La fiesta ha comenzado... Ramiro Herrero representa el espíritu festivo del teatro. Su obra, generosa y útil, radical y fiel, no será olvidada.
Leer más: IRÉ A SANTIAGO
INAUGURACION DEL BLOG PRINCIPADO DE AQUITANIA
Humberto J. San Pedro Soto Gerente Editorial Estrella, L.L.C. |
Con la noticia de la muerte de Ramiro Herrero Beatón, figura indiscutida del teatro en Cuba, inauguramos PRINCIPADO DE AQUITANIA, el blog de arte y literatura de la Editorial Estrella, L.L.C.
El blog estaba en preparación, pero la fecha de su
publicación no estaba decidida aún. De
hecho, yo estaba cerrando mi jornada de trabajo cuando vi la noticia de la
muerte de Ramiro en la página de Facebook de Amado Cabezas Sanz. Enseguida
comencé a buscar información adicional para publicarla en NUESTRA OPINION y mientras eso hacía, casi sin darme cuenta, terminé
el diseño del nuevo blog, él que publicamos hoy a modo de modesto, pero muy
sincero homenaje a Ramiro Herrero.
Aprovecho para saludarlos y agradecerles de antemano sus
visitas a este blog, que pueden
considerar su casa. Esperamos que lo disfruten y que nos ayuden con sus
opiniones sobre los materiales que se publiquen.
¡Feliz Año 2012!
Humberto J. San Pedro Soto
Gerente
Editorial Estrella, L.L.C.
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